Mirada desde la historia
Para Isidoro de María, cronista nacido en la segunda década del siglo XIX:
"... si la raza blanca bailaba al compás del arpa, del piano, del violín, de la guitarra o de la música de viento, ¿por qué la africana no había de poder hacerlo también al son del tamboril o de la marimba?"
Al referirse a las expresiones africanas, escribía:
"Los domingos, ya se sabía, no faltaba el candombe… Cada nación tenía su canchita de trecho en trecho, media alizada a fuerza de talón, o preparada con una capita de arena..."Los Congos, Mozambiques, Benguelas, Minas, Cabindas, Molembos y, en fin, todos los de Angola hacían allí su rueda, y al son de la bambora, del tamboril, de la marimba, el mate o porongo, de la mazacalla y de los palillos, se entregaban contentos al candombe con su calunga, cangué… eee llumbá, eee llumbá, y otros cánticos, acompañados con las palmas cadenciosas de los danzantes, que movían piernas, brazos y cabeza al compás de aquel concierto.
Isidoro agregaba:"El baile se prolongaba hasta la puesta del sol, con sus variantes de bebe chicha, para refrescar el gaznate, seco, de tanto eee llumbá, eee llumbá, y paseantes y danzantes se ponían en retirada."
Estas danzas, permitidas por las autoridades, centralizaban esas manifestaciones; para los africanos tenía enorme importancia ya que les daba un espacio para poder expresarse, olvidando al menos por unas horas la esclavitud.
Este es un hecho elocuente que nos habla de que esas presentaciones no eran simples bailes.
El tambor hecho hombre