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Gritos de libertad

Aproximación al Grito Luego de producirse la Revolución de Mayo en Buenos Aires en 1810, la parte de la Banda Oriental dependiente de la Gobernación de Montevideo permaneció fiel al gobierno español, mientras que el resto del territorio adhirió a la Primera Junta. A principios de 1811 solo la villa de Belén permanecía en obediencia de Buenos Aires, pues el resto del territorio oriental fue obligado a obedecer a las autoridades realistas que trasladaron su base regional a Montevideo. Sin embargo, entre la población, fundamentalmente de la campaña, comenzó a generarse un movimiento de opinión favorable al movimiento revolucionario. En este contexto, y ante una serie de medidas fiscales tomadas por los realistas, algunos jefes militares al servicio del gobierno español, pero con gran asidero en la campaña oriental, se pasaron al bando revolucionario, como fue el caso de José Artigas el 15 de febrero de 1811, quien abandonó la guarnición realista de Colonia del Sacramento y se puso bajo las órdenes del gobierno de Buenos Aires, que le ordenó retornar a la Banda Oriental con auxilios para los levantamientos en la campaña. Pero los preparativos revolucionarios habían comenzado en diciembre de 1810. Inmediatamente dio paso a la convocatoria a desertores y paisanos a levantarse en armas. Desde todos los rincones se movilizaron los hombres, acudiendo al llamado de los caudillos locales. En enero de 1811 Pedro José Viera, conocido como Perico El Bailarín, se sumó al llamado con veintiocho hombres. El 27 de febrero el contingente de revolucionarios comandado por Pedro José Viera decidió emprender las primeras acciones. Al día siguiente tomaron la cercana población de Mercedes y Santo Domingo Soriano. Los revolucionarios capturaron luego las poblaciones de El Colla, actual Rosario, el 20 de abril y San José, el 25 de abril. El 26 de mayo sitiaron Colonia del Sacramento, que cayó una semana después. El incipiente movimiento recibiría un fuerte impulso con la incorporación de Artigas, que prontamente se convertiría en el líder de la revolución en la Banda Oriental. Veamos algunos recursos para complementar la información

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Rural o urbano

Los asentamientos humanos se clasifican como zonas rurales o urbanas en función de la cantidad de estructuras creadas por la mano del hombre y por las personas que residen en esa área en particular. Las zonas urbanas comprenden la ciudad y sus alrededores, mientras que las zonas rurales hacen más hincapié en las aldeas o caseríos aislados. Las zonas rurales pueden encontrarse al azar en medio de la vegetación, de un bosque o en un desierto, en cambio, los asentamientos urbanos se hacinan juntándose unos con otros formando grandes urbes o grandes poblaciones. Y es en las zonas urbanas, donde se centran los gobiernos y los organismos de desarrollo.   A diferencia de las zonas rurales, las urbanas tienen servicios cívicos avanzados, como educación, transporte, todo tipo de negocios, interacción social, tratamiento de aguas y de basuras…etc. Si bien las zonas rurales se basan más en la explotación natural de los recursos, así como en la ausencia de estrés y de contaminación, con la consiguiente mejora en salud, en cambio, en las zonas urbanas, las personas se benefician de los avances del hombre en tecnología, en negocios abiertos 24 horas al día, etc..   Las zonas rurales están alejadas de la contaminación, ya que apenas tienen tráfico. Muchos gobiernos tienden a proteger las áreas rurales como preservación de la cultura de su país y sus tradiciones.   Otra forma de clasificar las zonas urbanas es mediante el acuerdo del uso del suelo. Esta idea puede variar en función del país. Por ejemplo, en Australia, las ciudades urbanas deben tener por lo menos 1000 habitantes y 200 por kilómetro cuadrado, mientras que en Canadá, una zona urbana ya lo es, si tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado, 1500 en China…

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Arte: pintura uruguaya

De las civilizaciones precolombinas que habitaron nuestro territorio no se conservan otros registros pictóricos aparte de los diseños grabados en cerámicas y tallas en piedra. Pero sí existen registros de pintura rupestre que podrían haber sido realizadas entre 6000 a.C. y 1500 d.C.  En la localidad rupestre de Chamangá, se encuentran pictografías de formas geométricas que incluyen impresiones de manos adultas y juveniles, trazos y formas geométricas realizadas con pigmentos y petroglifos.   La pintura como tal comienza a definirse en Uruguay a principios del siglo XIX. Son los pintores que llegaban de Europa quienes realizan dibujos y grabados a modo de crónicas visuales sobre habitantes, paisajes y ciudades. A mediados del siglo XIX Juan Manuel Blanes comienza sus óleos de temas históricos, retratos y alegorías. A finales del siglo XIX, se destaca el joven Carlos Federico Sáez; posteriormente, las obras de Pedro Blanes Viale, Carlos María Herrera, Humberto Causa y Manuel Rosé. A comienzos del siglo XX Rafael Barradas conoce en Europa las vanguardias pictóricas. Desarrolla su personal “vibracionismo” considerando como bases el futurismo y el cubismo. Luego lo abandonaría por el estilo de colores planos y paleta baja por el que es más conocido. A partir de 1918 Pedro Figari buscando afianzar la identidad regional y americana y recrea el pasado histórico y social del Río de la Plata: escenas de bailes de campo y ciudad, candombes y distintas tradiciones criollas.   Compartimos una curaduría de recursos sobre el tema: 

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