Los humanos, por ejemplo, heredamos de nuestros progenitores las características comunes de nuestra especie como la posición erecta, la movilidad de la mano y otras como el color de la piel, de los ojos o la predisposición o resistencia a contraer ciertas enfermedades.
Todos los seres vivos tienen en su cuerpo una sustancia capaz de guardar, reproducir y transmitir esa información.