En cada una de estas clases de texto predomina una función del lenguaje diferente.
- Cuando el interés se centra en aquello de que se habla, es decir, en el referente, se reconoce la función informativa o referencial.
El mensaje solo hace mención a la realidad comunicada por los interlocutores. La intención de estos mensajes es informar.
- En los textos en los que prevalece el interés de producir emoción y belleza a través de la palabra, se reconoce la función poética.
En estos casos las informaciones son expresadas figuradamente y el receptor debe detenerse a interpretar su significado. En la poesía, lo esencial no es tanto lo que se dice, sino cómo está dicho.
- Cuando el mensaje pone énfasis en el receptor y se pretende influir en él, ya sea cambiando su opinión o su conducta, predomina la función apelativa del lenguaje.
Es el caso de las órdenes, los ruegos, las preguntas, las sugerencias, la publicidad y los textos argumentativos.
- En aquellos mensajes donde se expresan las emociones del emisor predomina la función expresiva del lenguaje.
En estos mensajes predomina la primera persona gramatical.
- Cuando mediante un mensaje se pretende mantener el canal de contacto abierto, el lenguaje cumple una función fática.
Es común en el chat y en las conversaciones telefónicas, cuando se pregunta si el interlocutor sigue conectado al canal: “¿Me escuchás?”, “¿Seguís ahí?”. Los mensajes de saludo y despedida, por ejemplo, sirven para abrir y cerrar el canal de comunicación y cumplen esa función.
- Puede ocurrir que el mensaje se centre en las características del código en el que el propio mensaje está cifrado.
Decimos, entonces, que cumple una función metalingüística: por ejemplo, cuando hablamos sobre las palabras que empleamos o discutimos sobre su significado. En un texto sobre la gramática de la lengua o sobre la pronunciación, todo el discurso es netamente metalingüístico.