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Transcripción

hace mucho, mucho tiempo, existió en Grecia un héroe llamado Hércules. Un día iba caminando a orillas del río Alfeo, acompañado de sus cuatro hermanos, cuando de repente se dirigió a éstos y les dijo:

- ¿Quién de nosotros corre más deprisa?.

- ¡Yo!-contestaron los cuatro a coro.

- La mejor manera de saberlo es haciendo una carrera- dijo Hércules.

- ¿Y qué obtendría el ganador?- preguntó uno de los hermanos. Un plato de oro, un cinturón de plata, un escudo de bronce...

- Al vencedor - dijo Hércules- le corresponderá la gloria de haber ganado y... ¡UNA CORONA DE HOJAS DE AQUEL OLIVO!

Fue así como fijaron la longitud de la carrera con un sistema rudimentario: Hércules cogió un palo y dibujó en el suelo una marca por detrás de su talón izquierdo; luego, colocó el pie derecho de modo que el talón rozara la punta de los dedos del pie izquierdo, después avanzó el pie izquierdo, rozando con el talón la punta de los dedos del derecho, y así sucesivamente. Contó hasta seiscientos pies e hizo una marca en el suelo, justo por delante de sus dedos.

Los cinco se alinearon por detrás de la marca de salida. A lo lejos sonó un trueno, y el siguiente hizo las veces de pistoletazo de salida.

Hércules ganó la carrera y recibió la modesta corona de hojas de olivo. Desde aquel día, los Juegos Olímpicos conmemoran, cada cuatro años, esta carrera.