Transcripción del video
Soy la naturaleza y quiero mostrarles mis bichos escondidos.
Hoy os voy a llevar a uno de mis ambientes más extensos y donde se encuentran muchos más animales de los que algunos podrían suponer, a primera vista, la pradera.
En la pradera además de muchísimas plantas y flores hay criaturas grandes y pequeñas, sólo que a veces son difíciles de encontrar.
Y aquí entre pastos y arbustos y con árboles bajos no hay muchos lugares para esconderse, entonces algunos animales tienen que ingeniárselas para fabricar sus propios refugios.
Por ejemplo, mi amiga Susana, la mulita, hace una cueva donde se oculta del peligro cuando sale a buscar comida.
Por las dudas olfatea el ambiente, me parece que no hay peligro, es que como no tiene buena vista prefiere confiar en su nariz.
Cuando se siente segura escarba en los matorrales atrapando lombrices e insectos al pasar, también ayudándose con su olfato.
Pero siempre atenta, ya que a la menor señal de peligro, vuelve corriendo a su cueva.
Otro de mis bichos escondidos que fabrica su propio escondite es la araña del embudo.
Construye una amplia tela que termina en un túnel donde se oculta hasta que siente que hay alguna presa lista para atrapar.
Tal vez un insecto fuerte como esta abeja puede escapar de la trampa, antes que la araña se dé cuenta.
Un saltamontes no tiene tanta suerte, ahora sí tranquilita a comer en el fondo de mi tela sin que nadie me moleste, pero eso sí, siempre está lista para
atacar si siente que un insecto se acerca.
Sin embargo algunos prefieren no esconderse. Estos gusanos negros se defienden como grupos. Así bueno, si nadie va a cantar seguimos de
largo.
Cada tanto se encuentran en mis praderas pequeños árboles que ofrecen algo de sombra y alimento a muchos animales.
Más arriba vemos unas cotorritas verdes arrancando ramitas secas del árbol y es que están construyendo su nido.
En realidad es como un edificio de apartamentos donde viven varias parejas pero cada una tiene su propia habitación.
Todo el tiempo están agregando nuevas ramitas para que la estructura sea más sólida y resista al mal tiempo, pero tranquilo, cada tanto hay un descanso para comer y buscar semillas brotes y flores.
¿Cómo anda González? ¿Cómo le va? ¿Qué hay en el menú para todos?
Pero se termina el recreo y hay que volver al nido, porque el trabajo en esta colonia no se detiene.
Cuando termine con la fachada voy a traer más ramas para la cocina baja.
Pero si miran bien, en la base del árbol se esconde otra colonia, mucho más pequeña.
Estos chinches tricolores se reúnen en un tronco, en grupo de unos 100 individuos, que pasan juntos casi todo su ciclo de vida.
Se alimentan de semillas, flores y frutos.
En la colonia conviven adultos con largas alas oscuras y también juveniles más gorditos y sin alas.
Para ellos todo pasa en cámaras rápidas, un mediodía le salen las alas, se transforman en adultos y ya están listas para criar.
Pero claro, lo malo de vivir en una colonia es lo difícil de conseguir algo de intimidad.
Cuando macho y hembra se están apareando puede venir otra chinche a intentar separarlas.
Esta es mi novia de aquí, búscate tu propia pareja fuera.
En fin, un mundo muy pequeño pero con grandes conflictos,
Sin fijarse en las chinches, un macho pasea sus crías mientras buscan comida, protegidos por su padre comen insectos y algunas frutas.
Atrás, como verán, quedan algunos huevos que no llegaron a nacer, y un joven lagarto overo intenta convertir uno de ellos en su almuerzo.
Un omelette, venían 2, demasiado grande, mejor, busque un huevo de la chireta. ¿Y ustedes que pensaban que no pasaba nada en la pradera? Así son mis bichos escondidos, hay de todo tipo, tamaño, forma y color.
Pero todos son necesarios para que se mantenga el equilibrio en el rompecabezas de lo viviente, donde cada pieza cuenta.