La piratería en el siglo XXI representa un grave peligro para los barcos que navegan en ciertas zonas del planeta.
Oficialmente, se trata de un fenómeno que escapa a todo control y las grandes potencias se han visto obligadas a enviar sus propios navíos de guerra a esa región para que brinden escolta a los barcos mercantes.
Actualmente, la piratería marítima se concentra en tres regiones del mundo:
- el estrecho de Malaca,
- el golfo de Guinea y
- el cuerno de África.
Se trata, sin embargo, de situaciones muy diferentes.
Estrecho de Malaca
El 30 % del tráfico marítimo mundial pasa por el estrecho de Malaca, donde las poblaciones de Indonesia y Malasia se ven confrontadas con la arrogante opulencia de la ciudad-Estado de Singapur.
Los piratas son delincuentes organizados en bandas, que se desplazan rápido y no disponen de otra cosa que de armas blancas. Generalmente se limitan a abordar barcos y desvalijar a sus tripulantes. Desde el año 2006, los tres Estados ribereños, en respuesta a un amistoso pedido de Japón así como por temor a una intervención de la marina de guerra estadounidense, establecieron de forma coordinada una vigilancia aérea y marítima que ha dado resultados (la llamada operación Ojos en el Cielo). Esto estabilizó, en parte, la situación.
Golfo de Guinea
El golfo de Guinea no es una zona de tránsito comercial sino de explotación de yacimientos de petróleo y gas. Las plataformas marítimas se han convertido en blanco de pandillas y de los rebeldes del Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger. Se trata de grupos extremadamente violentos, que plantean exigencias a través de tomas de rehenes, a menudo sangrientas.
A veces cuentan con el apoyo de los Ijaw, cuyas tierras han sido saqueadas por diversas compañías petroleras y que en 1999 protagonizaron una revuelta, ahogada en sangre por tropas de Chevron-Texaco.
Nigeria no logra contener esa criminalidad, que desborda hacia Camerún y Guinea Ecuatorial. Ante el creciente peligro, algunas multinacionales, como la Shell, han decidido abandonar la zona.
La producción nigeriana de hidrocarburos ha descendido en un 25 %, con las subsiguientes consecuencias que ello implica para las finanzas del Estado.
Cuerno de África
La situación en el cuerno de África es la única que se ha convertido en una cuestión estratégica mundial.
Primeramente, porque el estrecho de Bab el-Mandeb («La puerta de las lamentaciones»), entre Yemen y Yibuti, es etapa obligada entre el Mediterráneo, el canal de Suez, el Mar Rojo por el norte y el océano Índico por el sur.
Tres millones y medio de barriles de petróleo circulan diariamente por ese lugar. Además, la zona de piratería ha ido extendiéndose progresivamente desde el golfo de Adén hasta la costa de Somalia, de manera que ya no se trata simplemente de un cuello de botella donde los estados ribereños deberían restablecer una policía marítima, sino de una zona muy amplia, principalmente en alta mar, en aguas internacionales.
Lo que comenzó siendo (y en muchos casos aún sigue siendo) una actividad oportunista de pescadores hambrientos ha dado lugar a un negocio muy lucrativo. Barcos y tripulaciones han sido capturados mientras que intermediarios han reclamado cuantiosos rescates a los armadores. Esa forma de gran delincuencia se ha desarrollado en función de los sucesos político-militares ocurridos en Somalia y ha servido de justificación al despliegue de una armada occidental con pretensiones neocoloniales.