Mucho tiempo se concibió al universo desde una perspectiva geocéntrica; es decir, una teoría astronómica que sitúa a la Tierra en el centro del universo, y a los astros, incluido el Sol, girando alrededor de ella.

🌎

En el siglo V a. de C., el griego Anaximandro declaró a la Tierra como centro del universo. Más tarde, Platón y su estudiante, Aristóteles, escribieron sobre el modelo geocéntrico de Anaximandro, fusionándolo con propuestas propias.

Pero, fue el trabajo del astrónomo heleno Claudio Ptolomeo, en el siglo II, lo que sirvió durante casi 1300 años como la norma en la que se basaron los astrónomos. El enfoque de Ptolomeo sostenía que la Tierra estaba inmóvil y ocupaba el centro del universo, y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, giraban a su alrededor.

→ Modelo geocéntrico

Si bien, en el siglo III a. de C., el griego Aristarco presentó la teoría heliocéntrica, y más adelante, el matemático hindú Aryabhata hizo lo mismo, ningún astrónomo desafió realmente el modelo geocéntrico hasta la llegada del polaco Nicolás Copérnico. 

☀️

En el siglo XVI, Copérnico causó una verdadera revolución en la astronomía. Su modelo otorga movimiento a la Tierra y la saca del centro del universo conocido, colocando en este lugar al Sol.

→ Modelo heliocéntrico

Aunque el heliocentrismo no sería apoyado científicamente sino hasta siglos después, con el descubrimiento de la aberración de la luz, en 1725,​ por el astrónomo inglés James Bradley, y la medición del paralaje estelar efectuada por el matemático alemán Friedrich Bessel, en 1838.

De todas formas, la teoría que hoy impera es la heliocéntrica: modelo astronómico según el cual la Tierra y los planetas se mueven alrededor del Sol, relativamente estacionario y ubicado en el centro del universo.