Durante su reclusión en el convento como cuando residió en Curuguaty, el caudillo muchas veces trató de entrevistarse con Francia pero solamente pudo hablar con su secretario, a quien le expresa sus ideas al ingresar al Paraguay:
“(…) que las continuas luchas que había sostenido con los portugueses y los porteños, lo tenían cansado, sin embargo con todo había continuado defendiendo aún, sus patrióticos propósitos sino hubiera penetrado el germen de la anarquía* entre la gente que obedecía sus órdenes; que habiendo tenido una lucha cruenta, tuvo que abandonar el terreno, dejando triunfante a los facciosos; pero si el Dictador se dignase ayudarlo no tendría inconveniente de volver para reducirlos, y castigar severamente a los traidores, comprometiéndose a defender en todo terreno al Gobierno del Paraguay (…) sino aceptase lo que solicitase se dignara permitirle un asilo a él y a su gente en las Misiones quedando siempre a las órdenes del Gobierno del Paraguay”**
Ana Ribeiro,
(2004) "El caudillo y el dictador"
Editorial Planeta, Montevideo p.p 185
El Dictador Francia recibió el pedido de Artigas pero no contestó nunca a sus peticiones.
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Se refiere en este caso a la ausencia de orden