Una disolución es una mezcla de dos o más sustancias que se presenta físicamente homogénea en su aspecto y que posee una composición química constante en cualquier porción de sí misma (pero sin excederse avanzando hasta alcanzar las dimensiones moleculares).
Uno de los componentes de la disolución, denominado disolvente, es el que determina si la disolución es un sólido, líquido o gas. Los otros componentes de la disolución, los denominados solutos, se dice que están disueltos en el disolvente.
Las disoluciones se diferencian por su capacidad para disolver un soluto. Una disolución saturada contiene la máxima cantidad de un soluto que se disuelve en un disolvente en particular, a una temperatura específica. Una disolución no saturada contiene menor cantidad de soluto que la que es capaz de disolver. Un tercer tipo, una disolución sobresaturada, contiene más soluto que el que puede haber en una disolución saturada. Las disoluciones sobresaturadas no son muy estables.
Cuando se agrega nuevo sólido a una disolución saturada este permanece no disuelto. En realidad corresponde a un equilibrio dinámico: en las caras del cristal ocurren a igual velocidad dos procesos opuestos, la disolución y la redeposición de soluto en las mismas caras.
En este punto, en ausencia de perturbaciones externas (como variaciones de temperatura o presión), el sistema permanecerá indefinidamente en condiciones de equilibrio.
En el caso sumergir un cristal a una disolución no saturada inevitablemente se disolverá, parcial o íntegramente, mientras el sistema va hacia la condición de equilibrio químico impuesto por la naturaleza del soluto y el disolvente y por los valores actuales de temperatura y presión ambientales.
Cuando una solución contiene soluto en cantidad superior a la de saturación, por lo que se denomina sobresaturada.
Por otro lado, en el caso de una disolución sobresaturada, el exceso de soluto puede ser transferido a un cristal introducido en el interior de la disolución: se observará un proceso neto de crecimiento del cristal, como consecuencia de la llegada a la condición de equilibrio termodinámico de saturación. Solo en presencia de sobresaturación se puede crecer un cristal.
La condición en la que pueden aparecer espontáneamente nuevos cristales en el interior de la disolución es diferente, en este caso también es necesario que haya un exceso de soluto disuelto, pero el valor de sobresaturación debe ser superior al requerido para el crecimiento de un cristal ya formado.